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Cómo llegar a un diagnóstico preciso

Escrito Por:
Dr. Edgardo Escobar Cerda
Maestro de la Cardiología Chilena
Profesor Titular de la Universidad de Chile
Destacado docente universitario.

Se me ha solicitado un comentario sobre “La importancia de un diagnóstico preciso en el mejor resultado del tratamiento”.

La respuesta es muy fácil: no puede haber un tratamiento adecuado, sin un diagnóstico preciso. Aquí podría terminar esta columna, pero es dable deducir que la pregunta intenta conocer nuestra opinión de cómo llegar a un diagnóstico preciso.

Parece de interés entonces hacer algunas consideraciones especialmente aplicables a la cardiología, ámbito de mi especialidad.

Todo diagnóstico en medicina se debe fundamentar en una anamnesis y examen físico cuidadosos. Sin embargo, en muchos casos para llegar a un diagnóstico se requieren múltiples herramientas tecnológicas, que han aumentado exponencialmente, especialmente en los últimos años.

Esto último ha llevado al uso y abuso de procedimientos, no siempre necesarios de utilizar, lo que ha significado un encarecimiento importante de la práctica médica. De esto último se culpa a los médicos, muchas veces con razón, pero es también muchas veces exigencias de los pacientes, especialmente en la práctica privada que, informados por la prensa de nuevas tecnologías, quedan en la duda de por qué no se aplican en su caso particular y solicitan al médico que se les realice un procedimiento adicional, no necesariamente útil. A esto se agrega la mala práctica de abogados dispuestos a demandar al médico por omisión de procedimientos diagnósticos, si el resultado del tratamiento no satisface las expectativas del paciente.

Por mi trayectoria profesional he vivido muchas etapas en la introducción de nuevas tecnologías, pero debo insistir que, con la anamnesis, examen físico, electrocardiograma y radiología se hacen diagnósticos precisos en el 80% de los casos. Queda un 20% en que son necesarias otros procedimientos más avanzados, que se deben seleccionar adecuadamente para evitar gastos innecesarios.

Nada reemplaza a una anamnesis y a un examen físico detallados. Con estas dos herramientas, a las que hay que dedicar el tiempo necesario, en la mayoría de los casos se puede concluir en una de tres alternativas: existe una cardiopatía, es posible la presencia de una cardiopatía, o hay ausencia de esta, la última de las cuales se puede confirmar en muchos casos con un electrocardiograma, simple de realizar y de bajo costo.

Las disposiciones de los centros de atención privados y las exigencias de los servicios públicos obligan a atender a los pacientes en 15 min, incluso en una primera consulta, lo que es a todas luces aberrante. Los médicos realizan por tanto un interrogatorio y examen físico superficiales y solicitan exámenes adicionales con el consiguiente encarecimiento de la práctica médica. Desconozco si se ha realizado un estudio comparando el impacto de asignar un tiempo de 15 min. versus 30 min. para una primera consulta sobre el costo de la medicina. Me atrevería a sugerir que si se otorgaran 30 min. para una primera consulta se ahorrarían muchos procedimientos que sobrecargan innecesariamente los laboratorios de exámenes adicionales y disminuirían las citaciones de control.

Una herramienta fundamental en el diagnóstico cardiológico es el fonendoscopio, con el que un médico bien entrenado puede diagnosticar, por ejemplo, la presencia de una enfermedad valvular por la existencia de un soplo o la presencia de un daño miocárdico por la presencia de un tercer o cuarto ruido. En el momento actual si estos hallazgos están presentes se debe solicitar un ecocardiograma, que desde sus inicios confirmó lo que los antiguos cardiólogos diagnosticaban con el examen físico pero que ha perfeccionado en forma muy importante no solo la definición de la magnitud de las lesiones sino también su pronóstico, permitiendo decidir procedimientos terapéuticos.

En el momento actual ya existe el ecocardiógrafo portátil y pronostico que en pocos años más reemplazará al fonendoscopio permitiendo evaluar en consulta los parámetros mencionados y seleccionar mejor los pacientes que deban ser sometidos a exámenes más sofisticados.

Lo anterior es similar a la evolución de la telefonía. Ya prácticamente no existen los teléfonos fijos y todos usamos el celular el que a su vez se ha perfeccionado en forma antes insospechada.

Como nadie es poseedor de la verdad, no debemos descartar la necesidad de una segunda opinión en casos de difícil diagnóstico y/o decisión terapéutica. Por ello es de extrema importancia que dichos casos sean discutidos en equipo con otros cardiólogos y cirujanos cardiovasculares e incluso con médicos de otras especialidades. De ahí la importancia de las “reuniones clínicas” que algunos administrativos consideran una pérdida de tiempo.

En resumen, hay que utilizar en forma racional los avances tecnológicos sobre la base irreemplazable de una buena anamnesis y un detallado examen físico, herramientas que deben enfatizarse en la formación de nuestros estudiantes, que en mi opinión son la base de una buena práctica médica.

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