Por:
Dr. Alejandro Dapelo Aste
Ex presidente SOCHICAR
Miembro del Departamento de Prevención de SOCHICAR
Gobernador Designado American College of Cardiology en Chile
Cardiólogo en Clínica BioBío de Talcahuano
La obligatoria necesidad de mantener y continuar una actividad normal y plena aún en condiciones tan críticas como aquellas desencadenadas por la pandemia, fue el impulso inicial que gatilló la puesta en práctica de subutilizadas herramientas tecnológicas ya existentes previamente, que permitían realizar tareas educativas y laborales en forma remota.
Todos nos dimos cuenta que era posible hacerlo y fuimos descubriendo en el tiempo sus ventajas y también, sus limitaciones.
El no tener que desplazarse, permitía un mejor aprovechamiento del tiempo y una mayor flexibilidad y disponibilidad horaria. El prescindir de significativos gastos inherentes a arriendos de lugares físicos e infraestructura para realizar nuestros eventos, a pasajes y alojamiento de invitados y asistentes, nos significaba una gran economía. La masiva difusión de cada actividad por la red y su expedito acceso permitió multiplicarlas en número y tener concurrencias mucho más masivas con el beneficio de obtener mayores ingresos para nuestra Sociedad. Aparecieron las webinars, de sencilla y ágil planificación, muchas de ellas auspiciadas por la industria, sin costo para los asistentes, estando al alcance de grandes grupos de profesionales de la salud que hasta ese momento estaban privados de información científica actualizada tanto por problemas geográficos como económicos. Se nos abrieron las puertas para difundir nuestra imagen societaria a nivel Internacional con numerosos participantes de otros países.
Sin desmedro de todo lo descrito, no podemos dejar de tener presente otros aspectos relevantes.
La naturaleza social humana, nunca puede ni debe ser omitida ni remplazada y nadie puede desconocer que la presencialidad aporta una indiscutible necesidad vital con beneficios tal vez más intangibles. La interacción personal, natural e indispensable de la convivencia humana, permite una sociabilización necesaria y el nacimiento e intercambio espontáneo de discusión de ideas, constituyendo un pilar potente y fundamental para la formación, interacción e integración de equipos de trabajo, acarreando un natural y espontáneo proceso formativo y de maduración en la evolución de cada profesional participante. Este aspecto resulta fundamental para todas las generaciones de jóvenes profesionales que van integrándose a nuestra actividad Societaria, quienes sin querer, obtienen modelos de conducta observando a los más experimentados, asimilando de ellos los aspectos que más los hayan marcado. Esto genera la transmisión generacional de una cuota de aporte vocacional como parte del proceso de crecimiento y maduración individual en el ámbito ético, administrativo y científico. Por otro lado, la interacción de diferentes generaciones de profesionales aporta un gran beneficio, no solo a los más jóvenes, sino que también a los más grandes quienes necesitan asimilar y adoptar un pensamiento flexible y moderno, incorporando la metodología y los vertiginosos cambios y progresos tecnológicos difíciles de seguir.
El regreso a un modelo de planificación tradicional en nuestro esperado y exitoso Congreso 2022, fue fruto de un trabajo acorde a la evolución de los tiempos actuales, con componentes mixtos, remotos y presenciales. Se estimuló y privilegió la participación de cardiólogos jóvenes y en formación quienes espontáneamente exteriorizaron un gran entusiasmo para participar en las actividades que les fueron asignadas, todas las cuales resultaron muy exitosas.
Esta nueva realidad mixta de presencialidad y conexión remota, llegó sin dudas para quedarse y va a continuar siendo la tónica del trabajo futuro, como herramientas complementarias y necesarias para permitir que nuestra gran labor Societaria continúe proyectándose indefinidamente.